Luchas anticoloniales en el Sur Global: una perspectiva campesina
El jueves 14 de marzo de 2024 se celebró en Ginebra la conferencia «Luchas anticoloniales en el Sur Global: una perspectiva campesina», organizada por CETIM, La Vía Campesina (LVC), Uniterre, Le Silure, FIAN Internacional/FIAN Suiza y el Movimiento por una Agricultura Campesina y Ciudadana (MAPC). Esta conferencia se organizó con motivo de la visita de una delegación de LVC a la ONU, como parte de diversas actividades de promoción y aplicación de la Declaración de la ONU sobre los derechos de los campesinos y otras personas que trabajan en zonas rurales.
El objetivo de este evento era conversar sobre el impacto del sistema político y económico neoliberal, racista y (neo)colonial sobre la vida de las comunidades rurales, y entender cómo las organizaciones campesinas conciben la lucha contra este sistema opresor. Para ello contamos con la presencia de seis panelistas, miembros de La Vía Campesina de países del Sur (Níger, Colombia, Haití, Palestina) y del Norte (Suiza y Francia), quienes compartieron su visión y su experiencia.
Raffaele Morgantini de CETIM inició la discusión recordando que «el capitalismo y el colonialismo son las dos caras de la misma moneda», así como el impacto del sistema capitalista y neocolonial actual en los pueblos del Sur Global y, en especial, en la vida de los campesinos y de las campesinas. Así, «la lucha anticapitalista pasa necesariamente por la lucha anticolonial, dos luchas en las que el mundo rural está en primera línea».
Colombia
Joana Pinzón en representación de la Asociación Nacional Campesina José Antonio Galán Zorro (ASONALCA) y del Coordinador Nacional Agrario, una de las organizaciones miembro de LVC en Colombia,, empezó mencionando la división internacional del trabajo, que relega a Colombia al rol empobrecedor de productor de materias primas (en concreto en la industria minera), lo cual causa estragos tanto en el medio ambiente como entre las poblaciones campesinas y autóctonas.
De hecho, estas poblaciones están atrincheradas en los territorios más hostiles, mientras que los ricos terratenientes acaparan la mayoría de las tierras. Por eso hace falta una reforma agraria integral y popular, pero nunca se ha implementado porque va en contra de los intereses capitalistas de las élites dominantes. El control de las tierras es el principal desafío del país y, de hecho, el conflicto armado del que las principales víctimas son las comunidades rurales y autóctonas surgió por esta razón; tanto actores privados como públicos llevan a cabo una guerra sucia contra ellas. Luchar contra el acaparamiento de tierras y los proyectos económicos destructores es sinónimo de poner su propia vida en peligro: las comunidades y los movimientos sociales sufren persecuciones, amenazas de muerte, encarcelamientos, desplazamientos forzados, exilio y asesinatos.
«Cuando me hablan de ‘desarrollo’, lo que oigo es la palabra ‘muerte’, porque las compañías privadas han destrozado muchísimas cosas en nombre del desarrollo.»
Joana defiende que «otro mundo es posible» e insiste en la importancia de la movilización social, dando ejemplos de escuelas populares, proyectos de salud pública, empresas locales y otros servicios públicos creados en el nordeste del país (en las regiones de Santander y Casanare). Termina su intervención diciendo que «si queremos el cambio, tenemos que crearlo nosotros-mismos».
Níger
El representante de la Plataforma Campesina de Níger, organización miembro de LVC, recuerda los numerosos maltratos que ha sufrido el continente africano y el hecho de que, a pesar de la independencia arrancada hace 60 años, África sigue estando en una situación de dependencia.
«Nos han quitado las cadenas, pero nos siguen controlando de otras maneras. Hoy soplan vientos de soberanía en la mente de todos los africanos, que han comprendido que hay que luchar por ella, sobre todo por la soberanía alimentaria». El panorama de los numerosos frenos al desarrollo de la agricultura nigerina es denso: el doble discurso no permite a los pequeños productores y productoras competir con la agroindustria. Los fertilizantes químicos fabricados en Europa empobrecen los suelos y los vuelve dependientes, debilitando de esta manera a las organizaciones campesinas. Una vez más, la división internacional del trabajo relega a África al papel de proveedor de materias primas, que se exportan y procesan en Occidente, para después revenderlas más caras. «No nos dan los medios para acceder a la transformación de los productos y, cuando queremos exportar productos procesados, nos chocamos con las así llamadas normativas europeas ‘de calidad’». Esto agrava la pobreza de nuestras explotaciones. Nuestros productores venden a precios de ganga los mismos productos que, en otros lugares, se venden más caros», lamenta este representante nigerino. Además, como la soberanía alimentaria no puede existir sin soberanía económica, «gastamos mucho para tener acceso a muy poco (…). Esta economía nos mantiene en la pobreza», añade. A esto, sumémosle que cada pedido estatal de maquinaria agrícola, semillas y abono tiene que pasar por el Banco de Francia.
Otro problema es el del relevo campesino. «Los jóvenes abandonan las granjas familiales, se suben a un barco y se mueren en el mar por el sueño europeo. Piensan que Europa es El Dorado, que el éxito se resume en tener estudios superiores, una oficina y una corbata. Tenemos que volver a nuestros valores africanos».
La inseguridad que generan los grupos armados como Boko Haram también perjudican al campesinado nigerino, que se confronta con su violencia. «Hace diez años éramos pobres, pero por lo menos teníamos paz».
Por último, después del golpe de Estado del 26 de julio de 2023, el Níger fue víctima de medidas coercitivas unilaterales que han tenido consecuencias graves en el país. Los productos campesinos se bloquearon en la frontera, por lo que los campesinos y las campesinas tuvieron que venderlos por debajo del precio de producción y acudir a las ya insuficientes reservas de alimentos.
Palestina
Yasmeen El-Hasan, de la Unión de Comités de Trabajadores Agrícolas (UAWC, Palestina), también miembro de LVC, realizó su intervención por videoconferencia, trazando un panorama desolador de la situación en Gaza, declarando que los palestinos y las palestinas que no han muerto en los bombardeos morirán de hambre, por la falta de agua y de atención médica. Denunció el uso de la hambruna como arma en el genocidio que se está llevando a cabo: «Israel ha orquestado una operación hambruna, destruyendo los sistemas alimentarios palestinos de Gaza y Cisjordania». Sin embargo, la soberanía nacional y alimentaria es intrínseca al derecho de autodeterminación. «Nuestra relación con nuestra tierra no es solo simbólica, es también simbiótica. No se trata solo de lo que nos da ella, sino de qué le damos a cambio. Somos los nativos y los guardianes de esta tierra», recuerda Yasmeen, quien considera que no es una opción volver al statu quo colonialista y que hay que trabajar conjuntamente para crear un sistema justo para todo el mundo.
Para más información, véase el artículo del CETIM “Palestina: no hay soberanía alimentaria sin soberanía nacional”.
Haití
Micherline Islanda Aduel, representante de Tet Kole Ti Peyizan Ayisyen, miembro de LVC en Haití, tenía previsto unirse a la delegación campesina en Ginebra, pero no pudo salir de la isla debido a la proclamación del estado de emergencia declarado tras la toma del control del tejido social e institucional del país por parte de violentas bandas criminales. Ella también realizó su intervencion a distancia, denunciando la situación actual: «Los oligarcas han destrozado la producción local mediante la importación de productos norteamericanos y la protección de las multinacionales. Las bandas y los cómplices locales han sembrado el caos; el pueblo haitiano vive presa de la inseguridad, de los asesinatos políticos dirigidos, de la delincuencia gubernamental sin complejos y de los secuestros planificados. Urge poner fin al apoyo que confieren los Estados Unidos, Canadá y Francia a los gobiernos criminales que los pueblos rechazan». La soberanía, la independencia y la integridad del territorio de Haití están en peligro debido al Core Groupe, grupo intergubernamental creado por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en 2004, que incluye también a los Estados Unidos, a Canadá, Inglaterra, Alemania y Francia. Con el apoyo de dicho “Core-Group”, el gobierno provisional actual, con el Primer Ministro Ariel Henry a la cabeza, gobierna de facto Haití en contra de la voluntad de su pueblo.
A la luz de todo esto, combatir la crisis alimentaria y reactivar la producción agrícola aplicando la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los Campesinos y de las Personas que trabajan en Zonas Rurales es una prioridad para los campesinos y las campesinas de Haití.
Para mas informaciones sobre la situación en la isla, véase el informe sometido al Consejo de derechos humanos de la ONU por CETIM y las organizaciones campesinas de Haití.
Suiza
Alberto Silva, representante de UNITERRE, organización suiza miembro de LVC, denuncia el papel que desempeña su país en las dinámicas imperialistas y neocoloniales, aunque Suiza –al contrario de Francia– no tenga un pasado colonial. «Ginebra es un verdadero eje comercial para las materias primas. Todo se negocia aquí, la especulación es importante e influye en los precios en Suiza y en el resto del mundo». El método es el siguiente: comprar lo más barato posible, almacenar y esperar que los precios suban para vender lo más caro posible. Así es como muchos se aprovechan y se benefician de la guerra en Ucrania y del genocidio en Palestina. La especulación se lleva a cabo a costa de las poblaciones vulnerables, alterando los mercados agrícolas. Los bancos y las multinacionales se orientan cada vez más hacia la producción de alimentos y, para ello, acaparan tierras cultivables en los países del Sur. Esto ejerce más presión en las poblaciones locales que practican una agricultura de subsistencia y aumenta la dependencia de los alimentos extranjeros importados. De esta manera, Suiza participa activamente en el neocolonialismo y en la opresión de los países del Sur Global a través de sus bancos, sus empresas y sus inversores. El sistema económico actual de competencia generalizada entre los campesinos y campesinas del mundo contribuye a la desaparición del campesinado a nivel local y genera crisis sociales con consecuencias catastróficas. Los acuerdos de la OMC también contribuyen a esta desregulación generalizada.
Ante esta situación, la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos y de las Personas que trabajan en Zonas Rurales es de gran importancia. «El desarrollo de nuestra soberania alimentaria no debe realizarse en detrimento de la de otros países», concluye Alberto.
Francia
Pierre Maison, representante de La Confédération Paysanne, organización miembro de LVC en Francia, declara que el imperialismo francés y la “Francáfrica” todavía existen. «Francia denuncia los golpes de Estado mientras apoya las democracias de fachada e incluso los regímenes autoritarios. Según él, el objetivo es mantener el control sobre las riquezas de estos países». Los sistemas alimentarios africanos se ven socavados por Europa; un ejemplo claro de ello es la leche en polvo que se vende en África: «En realidad, se trata de un polvo de leche desnatada, al que se le añade aceite de palma porque sale más barato. Le hemos preguntado a la Comisión Europea y hemos protestado contra la especulación y el dumping de esta leche almacenada. Nuestros excedentes destruyen su agricultura», se lamenta. Igualmente, el fomento de la competencia entre sistemas agrícolas que no se rigen por las mismas normativas perjudica gravemente a las y los agricultores familiares africanos, quienes compiten con sus homólogos europeos que reciben subvenciones de la PAC (Política Agrícola Común). El mercado mundial solo se basa en el lucro y enriquece a las grandes empresas que exportan sin condiciones, generando así dependencia en los llamados «países en desarrollo». Para protegerse, estos países deberían tener la libertad de imponer aranceles, pero desde los acuerdos de libre comercio eso ya no es posible. En Europa oímos a los partidarios del productivismo declarar que Europa tiene que alimentar al mundo. ¿Pero por qué, por quién?»
Además, la industria de las semillas está en manos de un puñado de multinacionales que imponen las semillas estériles y los OGM en los países africanos para volverlos dependientes, puesto que esas semillas funcionan con pesticidas y fertilizantes que hay que volver a comprar cada año. Todo este sistema intenta imponerse, mientras que las semillas campesinas africanas están perfectamente adaptadas a su territorio. En Europa prácticamente ya no quedan semillas campesinas, aunque sean las que pueden adaptarse a los territorios y al cambio climático. Otro mal es el sistema de créditos de carbono: las empresas de los países del Norte compran tierras cultivables en África con la complicidad de los estados, expulsan a los campesinos y campesinas para plantar bosques, para poder seguir contaminando en Europa y para que las empresas parezcan neutras en sus emisiones de carbono, lo cual es completamente falso», añade Pierre.
Después de estas declaraciones se abrió un fructífero debate con la sala, que se cerró con un bufé con productos campesinos locales.