Tierra Viva: Formación sobre la UNDROP, conectar y resistir desde los territorios campesinos de América Latina
Desde hace varios años, iniciativas impulsadas por la sociedad civil buscan hacer vivos y efectivos los derechos reconocidos en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos y de Otras Personas que Trabajan en las Zonas Rurales (UNDROP). Si bien este instrumento histórico, adoptado en 2018 gracias a una movilización internacional de largo aliento, representa un hito importante para el reconocimiento de los derechos colectivos y del rol estratégico de las poblaciones rurales, aún sigue siendo poco conocido en los territorios involucrados. Alejadas de los círculos institucionales, colectivas y formadoras toman como tarea con todas sus fuerzas la transmisión, apropiación y formación popular.
Fue en esta dinámica que nació el proyecto Tierra Viva, que propone un programa de formación anclado en una pedagogía popular, feminista, intercultural y decolonial. Desde 2022, Tierra Viva teje una red de difusión de la UNDROP a través de talleres y seminarios web, en vínculo con organizaciones campesinas, indígenas y defensoras de los derechos humanos, principalmente en América Latina (pero también en Madagascar, 2022). El enfoque es decididamente colectivo: se trata de armar las luchas con saberes jurídicos y políticos, nutrir las resistencias locales, fortalecer las capacidades de las personas participantes en cuanto al análisis de su contexto (de lo local a lo global), finalmente, de crear puentes entre diversas experiencias, y de favorecer la transmisión de los derechos como herramientas de transformación.
Formaciones al servicio de territorios en resistencia
Todo comenzó en México, en el estado de Guerrero, con la organización de cinco talleres en comunidades rurales comprometidas con la defensa del maíz nativo, la producción de café o también la soberanía alimentaria y la agroecología. Estas comunidades fueron identificadas en colaboración con la sección FIAN México. Muy pronto, la dificultad logística para desplazarse por estos territorios aislados, combinada con la precariedad de los medios disponibles, impulsó el desarrollo de formaciones en línea como complemento: más accesibles y menos costosas, ellas también permiten una circulación regional más amplia. Los encuentros virtuales de participantes de diferentes regiones permiten además intercambios más ricos, promueven el diálogo intercultural y la apertura de perspectivas, y favorecen el tejido de lazos. Estos webinarios o talleres constituyen así una de las pocas oportunidades de formación en las comunidades, especialmente para las mujeres, quienes aún con demasiada frecuencia no tienen acceso a este tipo de espacios.
El formato elegido —webinarios temáticos interactivos, seguidos a menudo de debates e intercambios sobre las luchas locales— ha tenido un éxito claro. Estas formaciones tienen por objeto no solo dar a conocer los textos, sino también relacionarlos con contextos específicos, con el fin de favorecer la apropiación y la acción, al servicio de las luchas en el terreno.
Las formaciones se han extendido a otras regiones: Yucatán, Campeche, Quintana Roo, luego Perú, Ecuador, Guatemala y Nicaragua. La mayoría de las personas participantes son mujeres rurales, muchas activas en procesos de agroecología o de defensa del territorio o de semillas nativas. No obstante, el público se ha diversificado cada vez más con la participación de hombres, estudiantes y agroecólogos latinoamericanos en los webinarios.
Cada ciclo comprende unos diez módulos que cubren los grandes derechos reconocidos por la UNDROP: el derecho a la tierra, al agua, a las semillas campesinas, a la biodiversidad, a la información y a la libertad de asociación y expresión, de participación. En este sentido, las referencias a convenciones tales como la CEDAW, la Convención sobre Diversidad Biológica, el Tratado de Escazú, la UNDRIP y el Convenio 169 de la OIT ofrecen un espectro más amplio de los derechos existentes, todos complementarios e interdependientes, equipando aún más a las personas participantes en su resistencia e inscribiendo la UNDROP en un enfoque basado en derechos humanos, orientado hacia un proceso de empoderamiento desde la base. También abordamos los derechos culturales y los saberes tradicionales, lo que en 2025 dio lugar a profundizar los conocimientos sobre los modos de vida y cosmovisiones andina, maya y amazónica, gracias a la intervención de guías y liderazgos indígenas. Estos espacios de intercambio tienen efectivamente como fin dar voz a los actores de las luchas, traducir la UNDROP a su realidad cotidiana, poner en evidencia sus desafíos y valorar su cultura, su enfoque y su resiliencia.
Los derechos como lenguaje común de las luchas
En todas partes, las reacciones son fuertes. Las personas participantes descubren la existencia de la UNDROP, muchas veces por primera vez. Muchas expresan un sentimiento de reconocimiento y legitimación, al enterarse de que existe un instrumento jurídico internacional que nombra, valora y protege sus prácticas e identidades.
Los intercambios permiten también poner en palabras realidades difíciles: el éxodo y la migración rural de jóvenes, la pérdida de los saberes ancestrales, la desposesión, el colapso de los ecosistemas, las violencias de género, la represión de líderes comunitarios, la corrupción y la influencia del narcotráfico sobre los territorios.
El proyecto Tierra Viva insiste en que estos derechos no están reservados a los campesinos ni a quienes viven en zonas rurales, sino que conciernen a toda la sociedad. La transformación del sistema alimentario, el modo de producción y consumo, la deforestación, la regeneración de los suelos, la supervivencia de los patrimonios culturales, la regulación de las multinacionales, la justicia climática, la conservación del planeta: son tantos desafíos. Todos tenemos una parte de responsabilidad y un papel que desempeñar.
Lo que viene: transmitir, relayer, multiplicar
Las perspectivas son numerosas: ampliar aún más las formaciones, traducir los materiales a otras lenguas locales, reforzar las alianzas, valorizar los retornos de experiencia.
Uno de los objetivos también es lograr que estas formaciones sean reconocidas, en particular por organizaciones locales, universidades, redes campesinas, para luego establecer colaboraciones. Un avance pudo realizarse en este sentido en 2025 pues varios socios de Tierra Viva emitieron certificados para los participantes, asociando su logotipo al del proyecto Tierra Viva. Dar visibilidad al trabajo realizado permitiría fortalecer el arraigo, alcanzar nuevos públicos, establecer colaboraciones con más socios, redes y asociaciones en los distintos países, al mismo tiempo que estimular la motivación de los participantes, y eventualmente obtener mayor apoyo logístico. Y el sitio Defending Peasant Rights tiene un rol que jugar en esta circulación.
Redes Tierra Viva
Youtube : https://www.youtube.com/@TierraVivaMPS/videos
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